El cuadro catalán se adueñó de la pelota y se armó de paciencia. Sin embargo, la defensa de los blancos no tenía fisuras y en ataque se encomendaban al eléctrico Vinícius Junior. El brasileño de solo 18 años desquició a los blaugranas arrancando desde la izquierda. Karim Benzema y el propio brasileño estuvieron a punto de abrir la cuenta. La falta de puntería y un enorme Ter Stegen lo impidieron. Del otro lado, la escuadra de Ernesto Valverde no tenía imaginación para romper. Su tridente no entraba en acción.
El último campeón de la Champions se fue con buenas sensaciones a camarines, pero al regreso recibió un golpe a la quijada. Ousmane Dembélé, en una jugada que parecía intrascendente, dejó en el camino a Dani Carvajal, llegó hasta el fondo y cedió para que Luis Suárez rematara de primera a los 50’.
Todo cambió. La pelota iba de área a área sin pasar por el centro del campo. Y el partido se empezó a calentar. Mucha pierna fuerte y penales reclamados por los dos elencos. El Madrid seguía confiando en el punzante Vinícius. A los 63’ puso un centro en el corazón del área y el arquero alemán del Barça se lució con una parada monumental para evitar el gol de Sergio Reguilón.
Si bien se seguía viendo mejor el dueño de casa, los blaugranas liquidaron el encuentro en una ráfaga brutal. Dembélé trepó por la derecha, puso la pelota al segundo palo y Raphael Varane la terminó metiendo en su propio arco en el ’68. Tres minutos después, Casemiro tumbó a Suárez en el área y el propio uruguayo cambió el penal por gol. Con el partido decidido, Valverde mandó a la cancha a Vidal en reemplazo del “Pistolero”, que corría riesgo de perderse la final por acumulación de tarjetas.
Es la sexta final al hilo del Barcelona en la Copa del Rey. Ha ganado las últimas cuatro. Ahora tendrá que enfrentar al Valencia o al Betis. El formado en Colo Colo podrá sumar un nuevo título a su ya abultado palmarés, aunque cada vez tenga menos importancia en el equipo de Lionel Messi.
Foto: ATON/Chile