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Unión Española no pudo con el humilde Mushuc Runa

Unión Española llegaba encumbrada para su debut en la Copa Sudamericana. Puntera del campeonato y con cuatro triunfos al hilo. La confianza, eso sí, se mezclaba con un recuerdo espinoso. La bochornosa eliminación frente a Sport Huancayo del año pasado aún duele en Independencia y el modesto Mushuc Runa, debutante en torneos internacionales, parecía el rival ideal para superar el trauma. Sin embargo, los de Fernando Díaz se enredaron, dilapidaron ocasiones y terminaron rescatando un empate a uno sobre la hora en Santa Laura.

Si bien el cuadro local se adueñó sin oposición de la pelota, no supo qué hacer con ella. No tenía movimientos ni aceleración para perforar el encapsulado fondo ecuatoriano. Yulián Mejía, el más distinguido de los rojos, apenas mostraba pinceladas de su talento, los laterales pasaban con intermitencias y Sebastián Varas chocaba una y otra vez contra las rocas de la zaga. El único que inquietaba con sus movimientos era Mauro Caballero. La más clara llegó al filo de la primera mitad. Tras una pelota parada, Juan Pablo Gómez apareció solo en el área, pero a su cabezazo le faltó fuerza y colocación parar abrir la cuenta.

A los de colonia les inyectaron una dosis de adrenalina en camarines. Bernardo Medina le alcanzó a poner los dedos a un remate de Caballero a los 48’ y en la jugada siguiente voló para sacar un cabezazo. Unión apretaba, ensanchaba el campo e imponía un ritmo frenético. A la visita se le había perdido la pelota y sus defensores llegaban tarde a todos los cruces.

El bombardeo era incesante. Solo Medina mantenía la ilusión de El Ponchito. A los 60’ le negó el gol a Mejía y a los 62’ sacó el pie ante un disparo a quemarropa de Misael Dávila. Pero la historia daría un giro inesperado. Álex George capturó un largo balonazo, hizo la pausa y en el momento justo la largó para Esteban Rivas. Con el arco de frente, el argentino no falló y puso el primero en el minuto 70’.

El tic tac del reloj aguijoneó el espíritu de los hispanos. Iban e iban, intentando romper por fuera para rematar por dentro. Las ideas comenzaban a escasear. La puntería también. Todo dependía de un arrebato individual que no llegaba. Sin embargo, David Llanos fue el antidepresivo. El ariete se elevó más que nadie y puso el merecido empate a los 89’.

Lo hecho esta noche en Santiago es historia dorada para los Pura Sangre, un club humilde fundado el 2003 y que representa el orgullo indígena de su tierra. Para los Panaderos, en cambio, las sensaciones no son las mejores. El 18 de abril viajarán a Ambato a buscar la clasificación. Lo que les pasó la temporada pasada está fresco en sus cabezas.

Foto: ATON Chile

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